REPORTAJE
Las secuelas del 20-N
Las elecciones deparan pocas sorpresas para la Comunidad de Madrid, donde el PP ha ganado todos los envites desde hace 24 años. Pero a partir de mañana, se avista un nuevo escenario político en la región
JESÚS SÉRVULO GONZÁLEZ - Madrid - 20/11/201
Madrid está a punto de cambiar. Las encuestas dejan un estrecho margen para
la sorpresa en una comunidad donde el PP ha ganado todas las elecciones,
autonómicas y generales, desde hace 24 años. Pese a ello, la política local
vivirá en los próximos meses una importante transformación. Un nuevo escenario
político se prepara. Estas son las claves:
- La incógnita de la alcaldía. En 1987, Joaquín Leguina se hacía con la
presidencia de la Comunidad de Madrid frente a un jovencísimo Alberto
Ruiz-Gallardón. Entonces, Felipe González era presidente y apenas se imaginaba
el profundo cambio sociológico que iba a sufrir una región que los socialistas
perdieron como arena entre los dedos. Desde entonces, la figura de Gallardón
protagoniza la vida política madrileña. Ahora, parece, está a punto de
abandonarla para avanzar en sus aspiraciones; todas las cábalas lo colocan como
ministro del probable Gobierno de Mariano Rajoy. Es una figura nacional y su
actividad en campaña lo atestigua. Su hueco en la alcaldía lo ocupará Ana
Botella, concejal de Medio Ambiente y Movilidad, que ha ido sumando competencias
y protagonismo, como si su ascenso estuviera planificado de antes.
- Regeneración entre los populares. La salida de Gallardón despeja el único
frente interno que la presidenta del PP regional y de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, mantenía en el partido. Ambos han encontrado la fórmula para
convertir la región en uno de los principales graneros de votos del partido.
Aunque mientras lo hacían se han hecho trasquilones entre ellos. Ahora la
lideresa, término que ella misma acuñó, no está en su mejor momento.
Encadena su tercer mandato tras superar graves problemas de salud y trata de
mantenerse como la referencia de las políticas liberales en el PP. Por eso, ha
viajado a media docena de provincias esta campaña. Aunque su voz ya no es ni la
más fuerte, ni la más poderosa. Arrecian las opiniones de quienes piensan que no
repetirá al frente de la Comunidad. Si es así, su sucesión dependerá en parte de
lo que decida Génova. Pero antes, los populares deberán celebrar un congreso
para decidir su referencia. Pocos dudan de que Aguirre conserve el cetro del PP
regional, pero con apoyos menos sólidos.
- La némesis de los socialistas. La federación socialista nunca ha estado
bien avenida. Ha protagonizado escaramuzas que han malogrado en parte sus éxitos
electorales. La última, las primarias del año pasado, que abrieron profundas
heridas hoy en proceso de cicatrizar. Desde entonces, nadie discute la hegemonía
de Tomás Gómez, que dirige el PSM con puño de acero. Los críticos que
cuestionaron su poder se han deshecho como un azucarillo en el café amargo, tras
su derrota en las primarias. Aunque quizá tras estas elecciones haya cambios. Si
Alfredo Pérez Rubalcaba obtiene hoy un resultado que no sea dramático, en el
futuro de Gómez aparecerían nuevos nubarrones. En caso contrario, saldría
reforzado y tendría una posibilidad real de pelear por la presidencia de Madrid
dentro de tres años, sin Aguirre como rival. Sobre este escenario parece haberse
diseñado su campaña: ha visitado 21 agrupaciones madrileñas durante las
elecciones para movilizar el voto, y también para marcar territorio.
- La consolidación de UPyD. Lo del partido magenta en Madrid ya no es
sorpresa. Hace algo más de tres años, cuando Rosa Díez obtuvo un escaño
partiendo casi de cero, lo fue. También cuando en las europeas de 2009 logró un
resultado más que decente, o cuando en las pasadas municipales irrumpió con
fuerza en casi todas las instituciones de la región. Desde entonces, UPyD es una
realidad. Creado a imagen y semejanza de Díez, se ha profesionalizado. Ha
encontrado voz en la Asamblea de Madrid, con ocho diputados, y en el
Ayuntamiento, con cinco concejales. UPyD se siente muy cómodo en Madrid. Su
objetivo de formar grupo parlamentario propio dependerá de su éxito en la
región, donde aspira a ser la tercera fuerza política.
- IU vuelve a tener buena mano. En las generales de 1996, la coalición de
izquierdas logró más del 16% de los sufragios en toda la Comunidad. Desde
entonces ha sufrido vaivenes provocados por sucesivas refundaciones y
replanteamientos ideológicos que le han llevado, hasta ahora, a perder terreno.
Hace tres años, IU solo consiguió un escaño, el de Gaspar Llamazares. Procedía
de Madrid, donde su propuesta diferencial con el PSOE les aporta un suelo. Su
éxito está vinculado al fracaso de los socialistas y ahora, cuando estos sufren
el desgaste de años en el Gobierno, IU se fortalece con la lozanía que le da el
nutrirse de los votos de un sector importante del Movimiento 15-M. Los
pronósticos son optimistas y aspiran a exprimir su caladero madrileño.
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